sábado, 14 de mayo de 2016

EDUCAR PARA CRECER



EDUCAR PARA CRECER

Escultura creada por Alexander Milov, un artista ucraniano, para el Festival de Burning Man

Ya está, lo voy a soltar. 


Hace muchos meses por suerte que leo en muchos lugares (también por suerte) lo importante que es que los niños hablen de emociones.

Mucha gente (por suerte) les apunta a talleres, cursos, campamentos, actividades artísticas y un sinfín de tareas novedosas muy de moda y más o menos caras relacionadas con las emociones, el aprendizaje emocional, el desarrollo personal etc…yo misma he trabajado y creado espacios que facilitan estos encuentros tanto con niños como con adolescentes.   
 Les leemos libros y vemos películas infantiles sobre emociones. 
¡Es maravilloso!  Realmente funciona y me produce una satisfacción enorme ver que la sociedad va tomando estos caminos, que animamos a nuestros niños a sentirse completos y respetados con todo lo que sienten. 

Los niños ya lloran y las niñas ya se enfadan sin que pase nada.


Aún queda mucho por hacer y, como dice mi abuela, “en todas casas cuecen habas y en la tuya a calderadas” pero... ¡BIENVENIDOS! Estamos en el camino.


Todo maravilloso. Y entonces, ¿qué es lo que voy a contar? ¿Qué pilotito rojo se me ha encendido para hacerme saltar de la cama en una de las escasísimas y preciadas siestas de sábado que he tenido en 6 años y tendré en los próximos… (mejor ni pensarlo)?  


¡VOSOTROS! Todos vosotros, yo misma, nosotros. Vosotros los adultos, padres/madres presentes o futuros que estáis leyendo esto. Yo misma, que estoy escribiendo esto. NOSOTROS. 


He saltado de la cama porque me late el corazón a todo galope cada vez que veo un nuevo anuncio del tipo: 

¡Animemos a nuestros hijos a hablar de emociones!” 
 

Me ocupo, deseo y me pregunto: “ojalá se apunten muchos niños, ojalá aprendan mucho y de la mano de los mejores profesionales y… ¿Los padres? ¿Qué harán mientras?


Porque por mucho lenguaje y gestión emocional que les enseñemos a ellos, como no empecemos con nosotros mismos le faltará una pata al banco. 
Ojalá ellos adquieran las mejores herramientas y los cimientos más sólidos, pero ¿qué vas a hacer tú cuando tu hijo que ha aprendido mucho sobre emociones te diga un día claramente lo triste que se siente o lo enfadado que está?


Igual destapo aquí una gorda como cuando te chivaron quiénes eran los reyes magos pero es que…¡¡¡¡¡¡Las emociones son los padres!!!!!!!


Tenemos la responsabilidad de hablar de nuestras emociones a nuestros hijos, de hacerlo con nuestra pareja, amigos y otros familiares delante de ellos. Hemos de ser valientes y afrontar que somos seres emocionales. 
No pretendamos que las emociones se pueden aprender como las matemáticas o los idiomas en el colegio o en academias y luego no hace falta usarlos en casa (conozco much@s amig@s que iban al colegio americano/alemán/ikastolas… sin que sus padres supieran ese idioma y no pasaba nada…a lo más no podían ayudarles mucho con los deberes pero de puertas adentro hablaban castellano y santas pascuas. Ahora son estupend@s profesionales poliglotas.)


A lo que voy: no pasa nada si tu hijo sabe alemán y tú no. Sí pasa si tu hijo sabe de emociones y tú no. Nos perdemos algo importante y ellos se pierden el mayor y mejor ejemplo que puedan tener: nosotros mejorados.


Pero es que además, para aceptar a un ser completo con sus emociones, sus límites y limitaciones etc…etc…primero debemos aceptarnos nosotros mismos.

Quien no sepa decir “no” tendrá dificultades para aceptarlo cuando se lo digan (mucho más si quien lo dice es un hijo). Quien no sepa que la rabia, el miedo o la tristeza tienen también su mensaje en positivo, tratará de taparlas en sí y en los demás y no tolerará ciertas expresiones. 
Así, cuando un niño sabio exprese rabia-tristeza-miedo-alegría etc… ante un adulto no tan sabio ni valiente se encontrará con respuestas como “no llores por eso que no es importante” “no tengas miedo por tonterías” “no rías tanto que molestas al vecino” y mandaremos a la mierda el presupuesto anual de talleres emocionales de un plumazo. 


Y eh aquí una vez más mi machacante idea (tomada de la doctora Shefaly Tsbary):

EDUCAR PARA CRECER

Tenemos ante nosotros y gracias a ellos una gran oportunidad de reeducarnos y reinventarnos, pero sobre todo de sanarnos.  


Nacemos completos y aceptados, lo vamos olvidando por el camino con los juicios, las imposiciones y “las buenas enseñanzas”.


Los talleres nos hacen más falta a nosotros que a ellos.


2 comentarios:

  1. Escribes poco pero leo con gusto lo que escribes.
    Me gusta como escribes y me gusta el tema que tratas en esta entrada.
    Tú hablas de emociones, de educar en y desde las emociones. José Antonio Marina habla y escribe sobre la necesaria educación sentimental - "El laberinto sentimental", Editorial Anagrama, Barcelona, 1996-, y me parece que habláis de lo mismo.
    Tienes ventaja sobre mi, también tratando ese tema. Por tu profesión, andas metiéndote en la piel de los personajes que interpretas. Y eso implica nadar entre emociones ajenas hasta hacerlas propias, ¿no?

    De acuerdo pues con el panorama que pintas y con la importancia que asignas a educar las y desde las emociones, tanto a los niños como a los padres.

    Un cordial abrazo.

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