lunes, 24 de noviembre de 2014

¿Cuándo es mañana? 


Es tan levemente fácil que llegue el "Nunca Más". 

Es tan inmenso que Hoy sea ya Para Siempre. 

Y sin embargo, no tengamos prisa. 

Recorrer el camino huella a huella, piedra a piedra, brisa a brisa, sol a sol, para profundizar raíces y soltar las alas.

martes, 4 de noviembre de 2014


Atesorar momentos no es acumular pasados.

El pasado ancla.

Que la experiencia no te ciegue. Nada existe. Nada Es "Así" y menos lo seguirá siendo.

Que la Experiencia sólo te abra más caminos

jueves, 29 de mayo de 2014

Esto es tuyo




ESTO ES TUYO. Las emociones y el reflejo.

 

Conocer cada emoción y la parte del cuerpo en la que late más fuerte para avisarnos de su presencia, es un gran descubrimiento. 

Desde ahí, podemos identificar su mensaje y gestionarlo. Todas valen y, lo más importante, nos completan y son amigas.


Hace poco me pasó con la rabia. Tiene mala prensa, pero también es amiga (da mucha fuerza, por ejemplo) 


Cuando siento rabia se me enciende el pecho, como si tuviera fuego dentro, tanto que siento que mis sienes enrojecen, se me aprietan las mandíbulas y se me cierran los ojos “a media asta”, generalmente subiendo el párpado inferior. ¡Ah! Sí, las aletas de la nariz se abren y el labio superior también se tensa, como la nuca. Entonces mi respiración se hace mucho más fuerte, mis gestos también. Esto a veces resulta muy sutil e imperceptible, otras … otras no.


En estos ejemplos hay algo universal y seguramente reconocible para todos y hay algo también muy personal. Cada cuerpo es único y cada cual se entiende con el suyo.


Conocí a alguien cuya cercanía despertaba todo eso en mi cuerpo (de manera sutil).

En apariencia esa persona es alegre, creativa, amable, generosa, disponible, un poco desastre también y ¡maravillosa! Y lo es; no sólo en apariencia sino en actitud. Es una persona maravillosa. 


¿Entonces? 


Me imaginé alejándome. No me había hecho nada, pero dejar de compartir experiencias me  evitaría sentir rabia. Después sentí que eso no evitaría la rabia sino que la anclaría en mí para los restos: cada vez que viera a esa persona (que no tenía ni idea de mis sensaciones) ardería aunque ya no compartiéramos encuentros.


Me abrí entonces a la posibilidad de que esa rabia que yo sentía fuera algo suyo. Efectivamente yo no había tenido ninguna experiencia negativa en esa relación. Pensé que mi cuerpo estaba reflejando, avisándome, de una manera de vivir que tenía ese otro ser y que despertaba algo en mí que también conecta con eso. 
Entonces me dio mucha ternura. Pensé cuánto daño se podría estar haciendo, el dolor que le habrían infligido y cuántas conversaciones venenosas tendría para consigo si es que sentía rabia por su ser.

Eso sanó mi relación con ella y también con mi propia emoción. Pude compartir y ver desde la ternura, respirar, sonreír y fluir.Ahora sí estaba preparada  para decidir alejarme limpiamente. 


Su actitud y mi intuición no cambiaron. Cambié yo y cambiaron mis acciones. Cierto es que pude decidir también, pero sin rabia, no compartir más espacios de mi vida y poner límites.


Tiempo después (amigo tiempo) pude comprobar que mi intuición y su rabia eran ciertas.


¿Cuántas veces algo que no es nuestro se nos queda pegado y puede incluso fastidiarnos la jornada, la semana, el mes, el año, la vida? 

Después, eso sí, solemos echarle la culpa al otro porque “tiene ese carácter” o “es un miedoso/un rabioso/un desastre/un ruidoso/un… y tener que verle es que me fastidia la vida” cuando simplemente es un reflejo de que eso también existe en nosotros. No es mío, pero tampoco simplemente suyo.


Detectar los comportamientos ajenos y asumirlos como tales es un gran paso.


Detectar los propios, ser valientes para verlos, conocer cada emoción, sus mensajes en el cuerpo y poder así gestionarlos a favor es otro.


Eso sí: todas las emociones, sean propias o ajenas, tienen su sombra y su luz, sus frecuencias sanas y sus frecuencias dañinas. Estamos a tiempo, somos responsables y capaces para verlo y cambiar. 



jueves, 8 de mayo de 2014

La Magia



 LA MAGIA



Fui con mi hijo de tres años a un espectáculo de magia y al salir pidió que le comprara una varita mágica.

Yo le expliqué que sería mejor llegar a casa y construir una personalizada y única.

Lo asumió bien pero le invadió cierta pena al ver su deseo transformado. 


En ese momento estábamos solos en toda la calle. Se abrazó a mi pierna, le acaricié y cuando levanté la vista, pompas de jabón caían sobre nosotros.


Entonces lo entendió: “Es verdad, la magia está en mí y puedo hacerla yo. Ahora sólo necesito la varita para que me ayude un poco.”

Seguimos andando y en el suelo apareció frente a sus pies una moneda de dos euros: “¡Otra vez la magia, mamá!”


La magia existe y nos rodea. Intuyo que depende de cuán preparados estemos para verla.

A él le pasan muchas cosas así. Desea algo, lo expresa y de una u otra forma, como regalo que alguien le hace sin conocer su inquietud, como sorpresa en un huevo de chocolate o como encuentro en una esquina, aparece en su vida aquello deseado. Pienso en lo alineado que debe estar con la vida. Pienso y aprendo que para él el tiempo no existe, él hace sin hacer, desea sin forzar y así, antes o después consigue o… acepta.


Hace días que nombramos juntos nuestra casa ideal. Tiene muchas habitaciones, salón grande y una buhardilla. Ventanales luminosos que dan a un jardín que rodea la fachada. Es en el centro de Madrid.


Jugamos a imaginarla poniéndole formas y colores para hacerla nuestra.

Unas cuantas noches atrás soñé con ella. Empecé a pensar que estaba en mi mente, esos objetos deseados que a veces diseñamos en nuestra imaginación pero que no necesariamente existen. Le conté mi sueño y estuvo de acuerdo en que era la casa que queríamos


He hablado y leído mucho sobre que soñar con casas es soñar con el interior de uno mismo.

Ésta estaba llena de luz, de rincones y de posibilidades. Me gusta que refleje así mi interior y también que me haga soñar con una realidad.

Ayer, con el día y la emoción un poco atascados, salí a pasear y a resolver varias tareas que tenía fuera de casa y dentro de mí.

Caminé, caminé, me centré en mis pasos y en soltar mi cuerpo, pensé y fluí con la oferta que quiero ser al trabajo y al mundo y así, levanté la vista y la vi.

Una entrada enorme en un edificio de apenas dos plantas que en otro momento probablemente no me hubiera llamado la atención. Al fondo un patio con varios portales, puertas de madera, jardines, farolas. A dos minutos andando de Gran Vía.


¡EXISTE!


Pregunté y efectivamente algunas de las viviendas eran de dos pisos y abuhardilladas, como en mi sueño.

Hasta ahora me había quedado en la ilusión, interiorizando que, siendo el centro de Madrid no encontraría una casa con jardín.

Tenía sin embargo la intuición de que si algo estaba en mi mente y lo proyectaba en mi movimiento alineada con la vida y aprendiendo de mi hijo, aparecería. Ver cuáles son los pasos para conseguirlo viene después.

Sabía por encima de mí que en este caso primero quería encontrar el QUÉ y después podría accionar hacia el CÓMO. 


Al fin y al cabo todo es magia. 


Al fin y al cabo la noche y los sueños son la verdadera escuela de la vida. 



martes, 29 de abril de 2014

El tiempo no existe



   
 EL TIEMPO NO EXISTE



En Marruecos dicen “prisa mata…“ (La segunda parte del dicho es “…y la suegra remata”, pero aquí ya no me meto).

A mí hace mucho que me gusta crecer. 
Sé que el tiempo no solo no existe sino que no importa. No hay prisa. Es amigo.



A veces da la sensación de que se nos pasa el tiempo. No nos da el tiempo. No tenemos tiempo.


Paradójicamente es lo único y lo que más tenemos. Y podemos decidir dejar de hacer unas cosas en pro de hacer otras. Sí, a veces hay que decidir. No pasa nada. ¿Porqué decir que sí a todo y luego echarle la culpa al tiempo?


Pero… ¿Qué nos decimos que nos hace pensar así? ¿Para qué nos contamos todo eso sobre el tiempo? ¿Para qué convertirlo en enemigo?


En una de las experiencias de Movimiento Transformacional (www.movimientotransformacional.es) tuve la oportunidad de comprobarlo.

Pensé que una de las propuestas se me iba a hacer larguísima.

Cuando dejé de pensar y me entregué, aquello que en principio me parecía mucho se pasó con la sensación de haberle dedicado apenas media hora.

No había sido así, había sido efectivamente mucho más. Perdí entonces mi relación con el tiempo. Dejó de existir y se convirtió en mi aliado.


Cuando sueltas, respiras y confías simplemente pasa. Simplemente todo llega de forma inesperada y oxigenada. Simplemente eres y estás y no importa nada más y cuando pasa, es como renacer. Abrir los ojos e inspirar, levantar la vista, sonreír.


“¡Ah! Aquí estás, llegaste, llegué, aquí estoy”


Desde entonces he soñado varias veces que alguien me mete prisa para solucionar un asunto cualquiera. 
Alega que ya son las siete y en mi reloj (que en la vida despierta nunca llevo) marcan apenas las tres. Yo reacciono tranquila, me doy el tiempo necesario y la acción serena y así resuelvo el asunto soñado siempre a tiempo (y los relojes se sincronizan).


Todo puede ser una experiencia. Todo aprendizaje lleva tiempo. Todo cambio requiere tiempo. Todo descubrimiento es tiempo. Gracias, tiempo.



¿Podemos reaccionar a tiempo, con eficacia y a la vez con serenidad? Porque “serenidad” no significa lentitud y “a tiempo” no tiene por qué ir unido a la prisa.





Hace 50 años que Sir Anthony Hopkins compuso “And the waltz goes on”. Entonces lo guardó. Un día escuchó a “André Rieu & His Johann Strauss Orchestra” y supo que era la orquesta y el director que debían tocar su waltz por primera vez. 50 años después, así fue.  

martes, 22 de abril de 2014




¿DESARROLLO?





¿Salir? ¿Volver?

¿Avanzar? ¿Retroceder?

 Resulta curioso.


Y sin embargo....



...sí.

Desarrollo.

¿Cuál?

Al fin y al cabo todo es movimiento.

El desarrollo necesita movimiento.



sábado, 12 de abril de 2014

¨¿Y si cambiamos?




          
          ¿Y SI CAMBIAMOS?




El otro día estaba en 
una conversación en grupo. 


No estaba atenta a ningún participante en particular 
y lo estaba a todos a la vez. 
Me suele pasar esto si hay mucho bullicio, no soy 
muy buena para meterme 
en ruidos conversacionales 
y rápidamente empiezo a escuchar desde otro lugar.

Una especie de espacio en blanco mental que me permite estar más disponible tanto para mí como para los demás.


Así, en esa forma de atención, escuché una frase más clara que las demás: “hemos hablado con varios sitios para proponer el proyecto pero son solo ideas”. 



Miré a uno de los hombres. Estaba presentando su proyecto a un recién conocido y hacía un gesto con la mano y los hombros como de poca importancia, el torso un poco plegado sobre sí.


Le miré en silencio y con ternura, largamente. No me vio.  

Respiré profundamente y muy despacio y una distinción del lenguaje se coló en mi cabeza: ¿Y si cambiamos “son sólo ideas” por “todo son posibilidades”? 


A mí, de pensarlo, se me iluminó la cara. Decir lo mismo desde una emoción que genera acción es… decir otra cosa, generar otro mundo, que quien te escucha reciba otra emoción y se enganche contigo, se entusiasme y eso sólo puede llevar al crecimiento.


Y así, de unas a otras, nos movemos entre declaraciones más o menos generadoras. 

El poder de las Palabras  (video)